martes, 3 de febrero de 2009

BALAZOTE EN FIESTAS

Las fiestas de San Blas en Balazote, que comenzaron el pasado viernes 31 de enero y se prolongan durante la primera semana de febrero, renuevan todos los años la tradición de las que son partícipes y cuidadores todos los vecinos del municipio, tradiciones que han pasado de generación en generación y de padres a hijos, y de las que todos los balazoteños se sienten muy orgullosos. Una de las más curiosas tradiciones, ligada a la festividad de San Blas y la Candelaria, es la de los cargos, que son elementos «llenos de un gran simbolismo, y que han permanecido a pesar del tiempo, adaptándose en cada momento a la historia». Los Cargos son El Bastón, en honor a San Ignacio (1 de Febrero); La Bandera, en honor a la Candelaria (2 de febrero); y El Pincho, en honor a San Blas (3 de febrero). La tradición oral cuenta «que cada uno de los cargos era custodiado por una familia, de forma que eran tres las Familias que participaban en este honor. En la actualidad, los tres cargos recaen en la misma familia, que los custodia durante todo el año, y los engalana de la mejor manera para su veneración». Los cargos. Sobre El Bastón, que es un «bastón de mando con empuñadura de plata, símbolo de autoridad, atribuido a San Ignacio Obispo», se dice que también podría proceder de que en algún momento se nombró a San Blas, Alcalde Honorífico del pueblo.La Bandera es listada por un lado y de cuadros por otro, y representa a la Virgen, con ella se realiza la tradicional corrida de la Bandera, que se realiza el día de San Blas, en la calle Mayor, y con centenares de personas alrededor del escenario en el que los más diestros corredores concursan para ganar los premios que otorga el Ayuntamiento. Se trata de uno de los actos más arraigados y populares, que se pierde en la memoria de los mayores, y que consiste en enarbolar la bandera haciendo el mayor número de movimientos, pasándola por todos los lados del cuerpo del corredor, que unas veces está de pie y otras arrodillado o incluso tumbado en el escenario, procurando que no se líe el mástil ni que toque el suelo. En referencia a El Pincho, se da cuenta de unas crónicas del licenciado Baltasar, en las que relata que San Blas curó «a un enfermo endemoniado al que practicaron exorcismos que no dieron resultado, por lo cual clavaron un pincho en su puerta para que el hecho se conociese por todos los que pasasen por el lugar, y desde entonces, El Pincho preside la Procesión, otorgando mayor autoridad a nuestro patrón y es clavado en la calle Pablo Picasso, a la altura donde vivió el enfermo antes citado». Y también se dice, que al hincar el pincho en el suelo «se pretende con ello desterrar los malos espíritus, y al estar cerca la entrada de la primavera provocar fertilidad de la tierra».

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